Con el azúcar hemos topado…

Nos tienen agobiados con el tema del azúcar: que si los estudios demuestran los daños irreparables que causa en nuestro organismo, que si actúa como una droga creando dependencia, que si es mejor hacerle una cruz al azúcar refinado y sacarlo de nuestras vidas… Parece como una maldición, ¡con lo que nos gusta a todos! Esos pastelillos que hace tu madre en Navidad y en Semana Santa, esos bollitos o palmeritas de chocolate que compras cuando vas al supermercado o a la panadería con la excusa de redondear sin tener en cuenta lo que vas a redondear exactamente, esas chuches en el cine que cuelan como si bebieras agua… ¿Cómo lo vamos a dejar?

No hay una solución milagro. Hay que reconocer que la medicina tiene razón y que nosotros estamos equivocados, o drogados, no se sabe muy bien. El caso es que está más que probado científicamente. Es tan fuerte el poder que ejerce sobre todos nosotros que parece como si hubiesen necesitado asegurarse bien de su maldad.

Hay muchas formas de endulzar lo que consumimos de forma menos dañina y más natural que con el azúcar refinado: la miel, el azúcar moreno, el azúcar de coco, el sirope de agave, el azúcar de abedul…Pero ninguno de ellos es perfecto, lo ideal es consumirlo con moderación. Personalmente soy bastante consciente del daño que causa, por lo que me he interesado en investigar un poco el tema. Tras intercambiar opiniones con algunos profesionales de la salud que pudieran orientarme, no tengo duda de que lo mejor es evitarlo al máximo. Y cuando digo al máximo, pretendo que tengáis en mente todos los productos industriales, comidas preparadas, bebidas gaseosas, zumos a base de azúcar, etc. El azúcar más sano que se pueda consumir es el que proviene de las propias frutas consumidas enteras o en trozos. Por lo demás, si me puedo permitir hacer alguna recomendación, sería la moderación y, si necesario, el uso de alguno de los azúcares menos dañinos que podáis encontrar en el mercado.  Por mi parte prefiero el azúcar de coco, por su bajo índice glucémico.  Y por supuesto, intentar hacer vuestra propia comida casera y recurrir menos a productos ya preparados.

Ahora a ver cómo explicamos esto en temporada de fiesta familiar a nuestras madres y a nuestras abuelas, que creen que lo único que queremos es no engordar… Espero que encontréis la fuerza y la motivación para deshaceros de este traidor. Por experiencia propia, cuanto menos lo consumes menos lo echas de menos, ¡ánimo a todos!

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